Numero 27

Seguridad de Estado

Por Samuel Jiménez Moraga

 

 

Dicen los que saben que la palabra agua no ha mojado nunca a nadie. La palabra tiene sentido y valor teórico. La acción  es la palabra transformada en idea y con capacidad de mover, de generar energías buenas y malas.

Hablamos de los marginados, de los excluidos. Nos cuesta entender sus visiones y más aún sus acciones. La sociología los reconoce como parte de los que han quedado al margen de su clase social, pudiendo ser de cualquiera de ellas. La autoridad prefiere relacionarlos como parte de ese proletariado que ha quedado sin trabajo y que tirita y se estremece con el frío de los inviernos y suda su desesperanza bajo las latas de los veranos calurosos.

Son aquellos que en las poblaciones esperan en las calles o sentados en la puerta de lo que puede ser una casa, que llegue alguien o algo, aunque sea sólo la noche... pero la esperan.

Son los que se encuentran a las orillas de las leyes que nunca hicieron y al borde del hambre, que ciertamente es diferente al apetito.

Están más allá de la pobreza, son definidos con una palabra que viene desde el alemán, lumpen.

Para que no se infiltre el lumpen en las manifestaciones, la autoridad manda a cientos o a miles de policías. No van ellos, ni la autoridad, ni los grupos económicos que dominan y controlan el país. Va la policía y si es necesario van los militares. Ellos no.
Cuando la espera no es en vano y llega la noche o viene inesperademente una oportunidad, el lumpen toma lo que puede y de cualquier manera.

La muerte estremece y mucho más si viene desde la violencia, pero es necesario empezar a pensar en las causas, en los datos que explican la existencia del lumpen y la desesperanza que habita entre los excluidos y marginados.

Es bueno hacerse preguntas, es necesario observar sobre la existencia en todos nuestros países latinoamericanos, de drogas, narcotrafico, delincuencia, prostitución, etc.
Ciertamente no es una simple coincidencia. No fue una casualidad que los “civilizados” introdujeran vinos, licores fuertes, como parte de la guerra exterminio que terminó con la mayoría de los pueblos originarios. Tampoco eso fue casual.

Es  fuerte, pero no parece bien, pensar y callar. Se piensa y se dice o escribe.

La explotación del hombre y de los recursos naturales, nos deja con problemas que se agravan, especialmente si además de la pobreza, la marginación, el endeudamiento, surge el lumpen, que sencillamente no confía y desconoce las leyes, la sana convivencia y da sentido a aquella frase dura del vivir “sin dios ni ley”.

Son parte de la responsabilidad del con junto de la sociedad, de la indiferencia avalada institucionalmente. Aunque sea sorprendente ellos también tienen nombres, amores, hijos.

No será fácil construir espacios para buscar soluciones entre la violencia y la inteligencia y menos aplicando “la idea fuerza” de la seguridad de Estado.