Numero 48 Registrazione al tribunale di Roma N° 3/2004 del 14/01/2004

Frontera comunicacional

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Por Samuel Jiménez Moraga

 

yyEn los años sesenta, ya se empezó a criticar el concepto de objetividad basándose fundamentalmente en la manipulación de la información.

Dueños, Directorios, periodistas, comunicadores potencian su sentido del deber ser y disponen limites a la libertad de expresión y cadenas a toda crítica que cruce la frontera de su particular interés. Eso es lo que enclaustra la objetividad y usa la subjetividad, la de ellos; en nombre de lo objetivo, utilizando una serie de construcciones de casualidades que dan como resultado, la funcionalidad deseada, sin que el lector o receptor, advierta la técnica de manipulación utilizada.

La definición de tipos de contenidos, cobertura y prioridad son parte de los elementos de un programa de desinformación organizado. La fuente proporciona la apariencia y es al mismo tiempo la que determina roles y “peso social”.

Los representantes de organizaciones de trabajadores y pobladores se consideran fuentes en temas de conflictos, páginas policiales y deportes. Temas como la economía o la política, eso por lo general utiliza la fuente oficial o la de personas con “autoridad relevante”.

El periodismo interpretativo; sin derecho a réplica, es la subjetividad sin pudor; en ella, la objetividad se muestra hipotecada al interés del periodista, del comunicador, de los dueños o de los directorios; la moral es abstracta y la ética, carece de ethos.
La subjetivización narcisista de lo real, rompe los puentes comunicacionales con la realidad social verificable por la comunidad en el día a día, destruye la confianza en el medio y se convierte en un medio de propaganda, reconocido y rechazado por la población.

Los periodistas empiezan a contar hechos en los que no estuvieron presentes como si asistieran a ellos. La funcionalidad a sus propios intereses, se torna evidente, pierde la confianza, la credibilidad y logra un rechazo que se hará cada vez más activo.

Lo real tiene existencia propia, el comunicador, el periodista, el medio, son independientes a tal suceso, su deber es constatar, dar cuenta y ofrecer las alternativas que ellas tienen, en la lógica de la tendencia que  da cuenta la realidad.
Tal actitud se encuentra sólo excepcionalmente y quienes la hacen parte de su trabajo, curiosamente son tratados como “conflictivos”,”dados a sus propias ideas” y ofendidos en su trayectoria y dignidad.

La necesidad de perfeccionar la ley de transparencia es evidente respecto de los medios; su democratización es una necesidad, los medios deben dar cuenta de los domicilios ideológicos de sus sueños, directorios, directores, editores, periodistas y comunicadores, de manera que; lectores, auditores, teleespectadores, puedan valorar la objetividad  de quienes comunican, cuando a pesar de lo que son  o pertenecen; son capaces de dar cuenta de verdades posibles de verificar y contatar.

El financiamiento por medio de la publicidad, es otro tema que amenaza la objetividad y la hace dependiente.

Es parte de la naturaleza humana, tener una visión propia, por ello es necesario, deseable al menos, que los receptores reciban la información de las relaciones de quienes comunican y estos efectivamente den cuenta, aún interpretando, de las fuentes, documentos, en una palabra del origen de la información o de los elementos que alimentan contenidos y temas.

 

 

Samuel Jiménez Moraga: Soy un Consultor. Mi trabajo principal es Asesor de Empresas La Discusión de la Universidad de Concepción. Pienso que basta con decir Consultor, lo otro es muy largo. Tengo estudios de sociología en la Universidad de Concepción Soy Asesor y Consultor de Empresas La Discusión, Consultor del Consorcio Agrícola del Sur, Consultor de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Concepción, Columnista del diario La Discusión Escritor: tengo dos publicaciones registradas: “Prologo” y "De frente y Perfil".