Poesías sin candados
(esquizofrenia poetica)
La venganza del cordero atado.
Esta noche hay luna llena,
tendría que ser remedio santo.
Pero acá abajo todo esta muy raro,
las miradas van bloqueadas, desteñidas, agitadas,
se ven espejos de todos lo colores,
en vanguardia los sabuesos, los hechizados, los malignos.
De repente me descuelgan seres que van cantando
melodías enchufadas a parlantes sin lenguaje penal.
Personajes que no dependen de siniestros signos
de oscuros síntomas, de opacas aspiraciones.
Cantan que ficciones son los planteos,
enseñan
¡que hundido estoy en un sueño irreal!
les grito:
¡cansado voy de comprar pinchados salvavidas
que flotan cuando no hay mar!
Un viento poseído, endemoniado por la vida
sale a la caza
de la luna llena.
Amor de revoque
Quisiera que descubras que estás equivocada
que yo no te amo ni te extraño
tan solo admiro el resplandor de tu belleza
que no me genera amor, sino la más hermosa de las adicciones.
No estoy enamorado, simplemente tengo
el vicio de desear todas tus profundidades
y el instinto de entregarme cuando
tu mirada
busca ignorarme.
No quiero que me creas tierno, mucho menos poeta.
Si vas a soltarte, sólo dejame presenciarte
y ser testigo de los abismos de tu cuerpo
que hará que olvide que tan sólo eres
una de mis mujeres pegadas en mi pared.
Buzones
Desazón. Impotencia que quema. Moretones
La celda es hermética, no penetran los sonidos.
Nervios. Ganas de fumar. Desesperación. Odio.
Nombre, apellido, delito, contesto por vigésima vez en el día.
¿A quién le importan los sueños? ¿Qué pueden cambiar?
¿Acaso los verdugos no sueñan también?
Los guevaristas lo que menos tienen
es la sensibilidad del Che.
Me dicen que la salida es la revolución,
yo en la revolución veo sangre,
en esa sangre veo dolor, dolor es lo que yo siento
y no se lo deseo a nadie, pero a nadie.
Desnudo. Temblando. Frío… mucho frío.
Los golpes van dejando de doler
para empezar a quemar.
Rezo que se hayan cansado de pegar.
Quieren hacerme un monstruo pero yo soy poeta
Podría ansiar matarlos, pero prefiero escribir.
La puerta sigue ahí… cerrada.
La libertad sigue ahí... ausente.
Conurbano y sus desgastes
Ciudad de Buenos Aires, la capital de Argentina, el hábitat de mis suelas, el escenario de mis planteos, la razón de muchas de mis heridas, el lugar que tiene más marcas publicitarias que banderas nacionales, personas que renuevan a cada rato su moda, seres cada vez más lejos de la elevación, devotos de la resaca tecnológica del primer mundo, una avenida que disfraza una frontera, trenes donde la gente se cansa de viajar como bolsas apiladas,pero no protesta mientras el premio sea el sueldo de fin de mes.
¡Sueldo, sueldo, sueldo!; razón de este caos, fragancia de este basural, enemigo de todo lo puro.
Ciudad ubicada en un beso de lengua mismo del agua y la tierra, en un orgasmo de la
naturaleza llamado Río de la Plata. Ciudad que gracias a mercenarios conquistadores, ligó de rebote un hermoso nombre, quizás su mayor virtud, quizás su única sonrisa. Pero también hoy su última utopía, volver a sentir y deleitarse con buenos, limpios, resplandecientes aires.
No esta hoguera de caños de escapes, no estos rostros fríos que viajan en el tren y en los colectivos, no esta paranoia de miedos al robo, al desconocido que habita también tu suelo (es decir alguien argentino tambien).
Ciudad de Buenos Aires, rincón de asfalto que te hace olvidar que es parte de un país llamado Argentina, ciudad sin identidad, ciudad esclava, un estado más de los Estados Unidos.
Ciudadanos que hablan en lenguaje de cajero automático, desunión total, egoísmo total, esquizofrenia total. Vuelvo a decirlo, lo único lindo que tiene esta ciudad es el nombre.