Situación chilena
Las elecciones municipales 2012 han dejado a la vista aspectos interesantes de la relación entre “la clase política” y la comunidad, el voto voluntario da cuenta de que un 60% y más simplemente optó por no votar constituyendo una “nueva mayoría” que rechaza lo existente y prefiere otras vías, como la organización y los movimientos sociales.
La exclusión de las mayorías de los espacios de decisión, participación y ejercicio del poder, han caracterizado la “cosa pública” en Chile, el comportamiento de la “elite política” finalmente en sujeto de un cuestionamiento que abre una alternativa, el ejercicio de su autocrítica o su reemplazo.
Lo que vivimos hoy se relaciona con los años 60, con la intervención de USA reconocida por el Informe Church, para imponer mediante la Alianza para el Progreso, una forma de “mejoramiento de las condiciones de vida” en nuestros países, para evitar el riesgo de otra Cuba.
En los 60, la Iglesia logra crear un “partido democrático y cristiano” para hacerse cargo de la dura condición social que se vive en la periferia de las ciudades y en el mundo rural.
La creación de organizaciones de base como las Juntas de Vecino, Centros de Madres, Sindicatos, Cooperativas y los procesos de “chilenización” del cobre y la Reforma Agraria, dan cuenta de un esfuerzo serio por la estabilidad y la gobernabilidad que se suma al movimiento obrero y lo potencia..
Pese a los logros en ese sentido, el pueblo avanza más y logra con la Unidad Popular radicalizar y subrayar ese proceso, provocando la intervención de los aparatos de inteligencia de Usa, el quiebre de la economía chilena ordenada por Nixon y el derrocamiento del Presidente Allende que da lugar a largos años de dictadura.
Nunca más Chile volvería a ser el mismo, las movilizaciones sociales de los 80 contra la dictadura, alcanzan un nivel que obliga a una salida negociada, de la que se excluye al pueblo y sus dirigentes, quedando en la mesa de negociación los conductores de la derrota, los militares y los representantes de los grupos de interés en los recursos naturales del país.
Se hace un plesbicito para que lo pierda la dictadura y al mismo tiempo lo acepte, de manera que se logre ocultar en una aparente condición de respeto por la “normalidad democrática”.
Simultáneamente los gobiernos civiles aceptan la implementación del sistema neoliberal, legitimando las decisiones del 81 que crean las AFP, las privatizaciones y un sistema de privilegios para la industria financiera, entre otras acciones.
Las militancias y dirigentes de partidos asumen tareas en el sistema público, las sedes partidarias son habitadas por el silencio y las organizaciones sociales simplemente son olvidadas.
Los costos se verifican en un movimiento social potente que va en alza, desconfianza en las autoridades, la que es curiosamente fomentada por “mercurios” y “terceras”.
Los últimos procesos eleccionarios coinciden en trabajar la idea de “votar por personas” como forma de ningunear las ideologías y las campañas tienen más relación con eventos publicitarios que cívicos.
La “clase política” se ve en la tarea de democratizar su vida interna y dejar fuera a “sus mercaderes” o el pueblo avanzará sin partidos creando un horizonte nuevo.
El sistema de protección social, versión actualizada de la Alianza para el Progreso, no basta, es tiempo de construir una confianza que abra espacios para hacer con justicia posibles las demandas del pueblo.
Las candidaturas “personales” pierden, el pueblo avanza.
Samuel Jiménez Moraga: Soy un Consultor. Mi trabajo principal es Asesor de Empresas La Discusión de la Universidad de Concepción. Pienso que basta con decir Consultor, lo otro es muy largo. Tengo estudios de sociología en la Universidad de Concepción Soy Asesor y Consultor de Empresas La Discusión, Consultor del Consorcio Agrícola del Sur, Consultor de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Concepción, Columnista del diario La Discusión Escritor: tengo dos publicaciones registradas: “Prologo” y "De frente y Perfil".
