Nada en su lugar
di Samuel Jiménez Moraga
Las personas y los pueblos enfrentados a situaciones concretas tienen la oportunidad de demostrar el valor de sus saberes.
El trabajo, esa capacidad que nos permite cultivar, transformar, crear; en todos los ámbitos de la existencia, advierte y da cuenta de la formación que tienen las personas y del modo con que afecta tanto la vida familiar, como la del trabajo o de la sociedad de la que formamos parte.
Se trata entonces, no tan sólo de notas y distinciones, sino de capacidades medibles en la realidad social. Se leen y estudian los libros y también a las personas por medio de la observación de su actitud, conducta y voluntad.
Lograr esa lectura, es un señal potente de tener los conocimientos necesarios para navegar en las aguas de la condición humana, de aquellos que pueden hablar de una manera y actuar de otra.
La crisis es una buena oportunidad para mirar de frente en los lugares de trabajo, la manera de ser de quienes integran los “curiosamente llamados equipos de trabajo”.
Es al mismo tiempo una buena posibilidad de ver con claridad si el Dios de los dueños es el mismo Dios al que nos referimos todos o si por el contrario, el concepto se enreda en las formas del dinero y entonces no es posible advertir en que observan a Dios o que los mueve a favor del Cesar.
En tiempos de crisis, son muchos los que pierden y no es menos cierto que lo que es perdida en ellos, es ganancia en otros.
En el trabajo, la crisis entra vestida de temores y eso permite ver como se comportan los solidarios haciendo que la fuente de trabajo se mantenga y sirva a sus objetivos, a los clientes y a ellos mismos. Y están, cubiertos por el temor, los trepadores, aquellos que por nada son capaces de vender al compañero, adueñarse de la iniciativa del colega y mostrar los frutos de sus pares, como cosa propia.
La crisis es completa, afecta la economía y el alma de la gente. No termina, siempre pasa; pasa por la confianza, por la esperanza, por los sueños y aspiraciones individuales y colectivas.
Las crisis nunca están demás, siempre sirven, nos permiten conocer el funcionamiento de aquello que los especialistas llaman sistemas o modos de producción y sentir si quienes comparten el trabajo con nosotros han sido educados en la lealtad y el compromiso o son maestros de la murmuración, la intriga y esos egoísmos malos que les permiten vender a sus pares hasta por un plato de lenteja tibio.
Cuando resolvamos la situación actual, veremos la maravilla de lo que la sobrevive y si hemos aprendido a leer la realidad y mirar más allá de lo que nos muestran, habremos recibido una clase magistral para entender el valor de la educación y la cultura.
Sabremos si el discurso de los dueños viene desde el alma o de la gerencia productora de imágenes.
Solidaridad y unidad, pero confiables.Poder y capacidad, pero para servir. Si no logramos eso, volveremos a lo mismo, el dinero sobre valorado y la condición humana en entredicho.
Por ahora, todo está en orden pero nada en su lugar.
Samuel Jiménez Moraga: Soy un Consultor. Mi trabajo principal es Asesor de Empresas La Discusión de la Universidad de Concepción. Pienso que basta con decir Consultor, lo otro es muy largo. Tengo estudios de sociología en la Universidad de Concepción Soy Asesor y Consultor de Empresas La Discusión, Consultor del Consorcio Agrícola del Sur, Consultor de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Concepción, Columnista del diario La Discusión Escritor: tengo dos publicaciones registradas: Prologo y "De frente y Perfil".